Actualmente es esencial tener claro que, independientemente del sector en el que nos desempeñemos, la ciberseguridad es muy importante, pues cada vez más utilizamos los canales digitales para hacer procesos, transacciones y comunicaciones.
Esto nos enfrenta a una carrera de mucha competencia en la que hay que entender qué protegemos y cómo lo protegemos. En el sector bancario el impacto es más palpable. El crimen global le cuesta a la humanidad aproximadamente 8 trillones de dólares al año. En Latinoamérica está costando alrededor de unos 4.3 millones de dólares cada vez que ocurre un incidente en promedio. Al ser un sector que monetiza más rápidamente un resultado o un objetivo, este factor lo coloca en la mira de los ciber delincuentes, pues les genera ganancia fácil.
Ante esto, a nivel directivo, la banca debe dejar de ver la materia de ciberseguridad como un tema técnico, porque no lo es, va mucho más allá, trascendiendo cultura, divulgación, gobernanza, educación y concientización, en fin, muchas más aristas operativas. Este es el primer desafío actual para el sector bancario y financiero.
“Las juntas directivas deben entender que lo que están protegiendo a nivel de ciberseguridad es información trascendental, hablamos de información financiera que implica pérdida de capital, pues son quienes administran el sistema y custodian ese insumo. Intrínsecamente, ante un ciber ataque, se pierde imagen, hay una crisis de confianza y las ganancias caen”, explica Raúl Rivera M, experto en ciberseguridad.
Entonces, el panorama también presenta una puerta de oportunidad para innovar desde la cultura organizacional y la propuesta diferenciada de un negocio con alta competencia. Incorporando en su agenda estratégica y de dirección la implementación de educación interna, para colaboradores y proveedores, sobre tácticas de ciberseguridad. Esto permite romper el paradigma de que es solo una cuestión propia de un informático o un manejo muy técnico. La ciberseguridad supone también una estrategia de sostenibilidad para la operación y continuidad del negocio.
Esto nos lleva al segundo desafío que es su impacto como motor en la dinámica comercial y cadenas de valor de un país o región. El cumplimiento de leyes y regulaciones, a cabalidad para no tener riesgo de cierre de la licencia de funcionamiento. Esto se aúna, nuevamente a una gran oportunidad que implica gran esfuerzo, pero brinda un sólido respaldo: los fundamentos de seguridad cibernética en bancos deben robustecer la continuidad de las operaciones para cadenas de valor en un país.
Son protagonistas vitales de que el crecimiento y el desarrollo continúen en vías positivas. Ante esto, la estrategia debe estar orientada a tener muy claro una visión extensa hacia lo conexo de su negocio: tener en un foco primordial que la vigilancia va más allá de contar con respaldos de su información. Esta data tiene un índice de sensibilidad superior que un respaldo no garantiza. La pérdida de esa información es una revelación casi fatal para este tipo de negocios y el tiempo de recuperación es un punto focal.
Finalmente, el tercer desafío radica en el concepto de culturización extendida de higiene digital y uso consciente de los canales digitales por parte del personal y los clientes. Esto le brinda a la banca la oportunidad de crear estrategias de marca más vinculativas asociadas a innovación. Con material, aplicaciones, canales, seguros y campañas personalizadas al público, que permitan y fomenten la perspicacia para detectar con quién comparten datos, cómo los comparten, por qué los comparten, hasta qué punto y verificar quién está al otro lado solicitándolos.
“Conocer la implicación legal de compartir información sensible es una tarea que deben las empresas empezar a completar con sus colaboradores, proveedores y socios comerciales. Este conocimiento les permitirá tener en un panorama real lo delicado del manejo de datos e información”, agregó Rivera.
Autor: Mariana Sáenz Mora.